lunes, 5 de noviembre de 2012

El dormitorio de Van Gogh (por Silvia Bautista)



Como mi compañera Cristina Martín, yo también voy a comentar un trabajo de linea y punto sobre plano de una de las obras más conocidas de Vincent Van Gogh; "El dormitorio en Arles". Un breve resumen de la biografía del autor la podéis leer en la entrada anterior. 

Sobre el tema de su dormitorio, Van Gogh realiza tres cuadros casi idénticos. El primero, conservado en el museo Van Gogh de Ámsterdam, fue ejecutado en octubre de 1888 y se deterioró en una inundación ocurrida durante la hospitalización del pintor en Arles. Cerca de un año después, éste emprende la realización de dos copias: una, de mismas dimensiones, se conserva hoy en el Art Institute de Chicago; la otra, la del museo de Orsay, realizada para su familia en Holanda, es de tamaño más reducido. 

La pequeña estancia está vista en perspectiva marcando las líneas del suelo y de las paredes para crear el volumen de la habitación. En la izquierda observamos su silla y en la derecha la puerta de acceso y la cama. Unos cuadros decoran la pared y al fondo encontramos una mesilla, otra silla, un perchero, un espejo y otro cuadro flanqueando la ventana.

En una carta dirigida a su hermano Théo, Vincent explica lo que le incita a pintar una obra semejante: quiere expresar la tranquilidad y resaltar la sencillez de su dormitorio mediante el simbolismo de los colores. Para ello, describe: "los muros lila pálido, el suelo de un rojo gastado y apagado, las sillas y la cama amarillo de cromo, las almohadas y la sábana verde limón muy pálido, la manta roja sangre, la mesa de aseo anaranjada, la palangana azul, la ventana verde", afirmando: "Había querido expresar un reposo absoluto mediante todos estos tonos diversos".

Como podemos observar, Van Gogh pretende transmitir la idea de descanso y sueño a partir sobre todo del uso de tonos versos y azulados que sugieren el descanso y el sueño en general. Refuerza esta idea la figuración pictórica que se encuentra sobre la cama y la escasez de objetos de la habitación, ordenada y limpia. 

Para esta obra utiliza tres pares de colores complementarios: rojo y verde, amarillo y violeta, azul y naranja. Los tonos más empleados son el amarillo y el azul, que aparecen en la mayor parte de su producción convirtiéndose en sus tonalidades emblemáticas. A estos colores, añade después pequeñas pinceladas de verde y rojo para jugar con los contrastes.

La pincelada suelta a la que recurre el artista se aprecia claramente en algunas partes del lienzo, especialmente en la zona de la izquierda. Pero esa pincelada suelta no implica que olvide detallismo de los objetos, las telas o el bodegón sobre la mesa, detallismo que heredó de la tradicional pintura flamenca y holandesa del barroco que tanto le atrajo en su juventud. 

A pesar de la intención de Van Gogh de dar una sensación de solidez, de permanencia, y tranquilidad, el resultado es más bien un sentimiento de angustia debido a la gruesa línea que rodea los objetos, su composición constituida casi únicamente de líneas rectas, los colores puros y privados de sombras, y las paredes inclinadas, reforzando la extraña perspectiva.

Mediante estos diferentes tonos, Van Gogh también hace referencia a Japón, a sus crespones y a sus estampas. Se justifica de este modo: "Los Japoneses han vivido en interiores muy sencillos y que grandes artistas han vivido en este país." Pese a que, para los japoneses, una habitación decorada con cuadros y muebles no es realmente sencilla, para Vincent es "un dormitorio vacío con una cama de madera y dos sillas".

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